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reconciliarse con una misma

Reconciliarse con una misma

Cuando nos convertimos en madres, todo cambia a nuestro alrededor. Los tiempos, las prioridades… pocas de las cosas que solíamos hacer, por placer o por rutina, continúan en el mismo sitio después de dar a luz. Nuestras expectativas de cómo será el bebé, nuestro día a día, la vida toda, se van cayendo una a una como las cuentas de un collar roto…

Todo cambia y nosotras también. Mucho o poco, con mayor o menor comprensión de las situaciones, con mayor o menor consciencia sobre los procesos y necesidades nuestros y de nuestros hijos, pero cambiamos.

Y de repente, un día, ésa que está frente al espejo no se parece nada a la idea que de nosotras tenemos en la cabeza. Y llega el momento de trabajar. Puede que decidamos aceptar a la mujer en quien nos hemos convertido o, por el contrario, puede que no nos guste en absoluto esa persona y decidamos ser otra… Sea como sea, es el momento de mirarse a los ojos y dejar de pelearnos con el mundo, con los niños, con la pareja y con nosotras… aceptar el momento, aceptar lo que podemos hacer y lo que no, lo que podemos cambiar y lo que no, saber si podemos hacerlo todo solas o necesitamos ayuda… si nos lo hemos puesto, sacarnos el disfraz, y vernos como la mujer real que somos, la de carne y hueso, la que está debajo de todo aquello que esperábamos y pretendíamos y que no fue, o no es… y de una vez por todas, reconciliarnos con nosotras mismas, con quienes somos hoy, en este preciso momento. Sólo así, de la mano de ésta que vive hoy con nosotras, podemos llegar a ser la mujer y madre que queremos ser.