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La episiotomía como un caso más de MGF

Desde 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra cada 6 de febrero el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Hoy en día, nadie pone en duda que la ablación es la forma de mutilación en la mujer más aberrante. Sin embargo, mucha gente aún no ha reparado en que las episiotomías pueden ser, en muchos casos, otra forma de mutilación genital, amparadas en el supuesto juicio médico. A continuación, reflexionamos sobre la práctica de las episiotomías indiscriminadas y rutinarias en nuestra sociedad.

¿Qué dice exactamente la OMS sobre la mutilación genital femenina?

«El Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina se celebra cada año para sensibilizar al público acerca de esa práctica. La mutilación genital femenina, del tipo que sea, se considera una práctica dañina y una violación de los derechos humanos de las niñas y las mujeres. La OMS se ha comprometido a eliminar la mutilación genital femenina en el plazo de una generación, y a ese efecto realiza actividades de divulgación, investigación y orientación dirigidas a los profesionales de la salud y los sistemas de salud.
Se consideran mutilaciones genitales femeninas todos los procedimientos que entrañen la ablación parcial o total de los genitales externos femeninos o la lesión de los órganos genitales femeninos que no respondan a razones médicas. La mutilación genital femenina carece de beneficios conocidos para la salud. Antes bien, se asocia a una serie de riesgos a corto y largo plazo para la salud física, mental y sexual, y para el bienestar.»

¿Qué dice la OMS sobre la episiotomía?

El doctor M. G. Wagner, antiguo director del departamento de salud materno-infantil de la OMS, dice al respecto: «El corte para abrir la vagina durante el parto (episiotomía) nunca es necesario en más del 20 por ciento de los casos, y la ciencia ha constatado que causa dolor, aumenta el sangrado y provoca más disfunciones sexuales. Por todas estas razones, realizar demasiadas episiotomías ha sido correctamente etiquetado como una forma de mutilación genital en la mujer.»

¿Por qué la episiotomía se ha convertido en una intervención rutinaria e indiscriminada?

Para entender por qué las episiotomías se han convertido en muchos hospitales en una rutina, deberíamos atender a las condiciones en que se suele producir la episiotomía. Para empezar, hemos de recordar que instrumentalizar el parto con fórceps o ventosas, incrementa el riesgo de desgarro, por lo cual la episiotomía se convierte, a menudo, en un paso ineludible para muchos profesionales. Luego está la costumbre de hacer parir tumbada a la mujer que, por cierto, es una postura que la OMS aconseja evitar, porque produce un estrechamiento del canal del parto que, a su vez, propicia los desgarros.

Entonces, ¿porque parir estirada sigue siendo tan habitual? Por costumbre y, en el fondo, porque es lo más fácil y cómodo para quienes han de asistir un parto. De hecho, la normalización de parir en un hospital, en vez de en casa, vino acompañada de una manera concreta de dar a luz: parir estirada. En la primera etapa de partos hospitalarios, los médicos observaron que los desgarros eran muy frecuentes y, en lugar de optar por otras posturas, optaron por la episiotomía. Está claro que la episiotomía resulta un método más rápido y cómodo que dejar a la parturienta todo el tiempo necesario para dilatar y total libertad de movimientos para parir como se sienta más cómoda.

Hoy sabemos que si se deja a la mujer tomar otras posturas, desciende notablemente la necesidad de practicar este aparente «cortecito inocente». Cuando la parturienta está estirada, ésta se ve obligada a empujar contra la gravedad y sobre una superficie que va frotando la zona genital que, al final, desencadena el desgarro. Si la mujer tiene libertad de movimientos, puede encontrar aquella postura que alivie la tensión que siente en esta zona. Es cierto que así también se pueden producir desgarros descontrolados, pero éstos son más superficiales que los que aparecen cuando la mujer ha estado estirada. Al parecer, cuando la parturienta, apoyada sobre una superficie, se inclina hacia delante o se apoya en alguien, los músculos del perineo se relajan mejor, se hacen más elásticos y la dilatación es más fácil. De esta manera, si se dilata lo suficiente como para que salga el bebé, la episiotomía será totalmente prescindible.

¿Qué motivos predisponen a los profesionales a persistir con esta práctica?

Prisas, impaciencia, mala praxis médica, reticencia a cambiar de hábitos… y, por supuesto, presión por parte de los compañeros, miedo a complicaciones judiciales, cuestiones logísticas y cambios del prototipo de parturienta (con mayores problemas para parir a causa de diversos factores como la obesidad, la edad avanzada, los embarazos múltiples…).

¿Podemos ser optimistas?

Gracias a la fuerza que ejerce la OMS y a la voluntad de ciertos organismos de la salud como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, podemos afirmar que vamos a mejor. De hecho, la labor del Ministerio de Sanidad en legislaturas pasadas por humanizar la atención del parto con iniciativas como la Estrategia de atención al parto normal del Sistema Nacional de Salud (2007) ha contribuido a que muchos hospitales revisen sus protocolos de parto. Por ello, podemos decir que la tendencia a recurrir a la episiotomía está disminuyendo. Entre el personal médico están calando todos los estudios que se han llevado a cabo para poner en su sitio esta práctica (como la cesárea u otras intervenciones, necesarias sólo en algunos casos). Sin embargo, es fundamental que también cambien las condiciones en que transcurre el parto, facilitando que éste se produzca de manera natural, interviniendo médicamente sólo cuando sea preciso.

De esta manera, lo que debería hacer un hospital interesado en favorecer un parto fisiológico, pasaría por una formación continua de sus profesionales y una adaptación de un protocolo consensuado (intervenir sólo cuando sea necesario ya sea con la administración de oxitocina, ya sea con intervenciones quirúrgicas como la episiotomía o la cesárea), así como una evaluación y un debate continuo del trabajo realizado para subsanar errores rutinarios y para poder publicar los resultados en estudios más amplios.