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Cómo Prever las náuseas y los vómitos en el embarazo

Las náuseas y los vómitos son una de las molestias digestivas más habituales en el embarazo, sobre todo durante el primer trimestre, aunque algunas mujeres también las sufren más adelante, mientras que otras nunca las llegan a padecer.

Existen varias teorías acerca de su origen, como la que considera que las náuseas y los vómitos se deben a una elevación repentina de las hormonas de la placenta.

Otros estudios apuntan como causa la repercusión que tiene la alimentación en la dieta de la mujer embarazada, haciendo que el organismo rechace determinados alimentos a través del vómito para equilibrar la ingesta de nutrientes por parte del bebé.

De cualquier forma, es evidente que algunas embarazadas son más vulnerables a estos trastornos y que el estrés, las preocupaciones y el cansancio juegan en su contra.

En estos casos, hay que evitar cualquier tarea que repercuta en el descanso de la embarazada y tratar que las horas de sueño sean respetadas y, en caso de ser necesario, aumentadas.

En ocasiones, las náuseas y los vómitos aparecen en embarazos en los que la mujer vive en la más absoluta calma, por lo que deberá estar muy atenta a las señales que su cuerpo le envía para aliviarlas.

A veces, cuando la embarazada empieza a notar los síntomas de las náuseas y los vómitos, el hecho de tomar, justo en este momento, un par de galletas sencillas, puede atajar el malestar. Esto sucede porque el organismo de una embarazada requiere un continuo aporte de glucosa y otros nutrientes para el bebé y lo comunica al cuerpo a través de estas señales.

Evitar las náuseas y los vómitos durante el Embarazo

Para intentar minimizar las náuseas y los vómitos en el embarazo es muy recomendable realizar comidas frecuentes y poco abundantes, masticar raíz o caramelos de jengibre, tomar alimentos que absorban los jugos gástricos, como la fruta o el pan, y aumentar la ingesta de líquidos.
Sin embargo, estas estrategias pueden fallar en otros casos o en determinados momentos del día.

Si las náuseas y los vómitos se convierten en un auténtico problema, llegando incluso a que la embarazada deba permanecer casi todo el día estirada, será conveniente consultar a la comadrona. En estos casos, se suele recetar algún fármaco que, por supuesto, no sea perjudicial para el bebé o, incluso, se aconseja alguna sesión de acupuntura.